La Palma 2011. Los Nacientes de Marcos y Cordero
El día 27 de Mayo de 2011, a las 9 de la mañana, estamos preparados para desplazarnos hasta el Parque Natural de Los Tilos. En los vehículos que tenemos alquilados llegamos hasta el lugar, cerca de la localidad de Los Sauces. Junto al Centro de Información del Parque tenemos contratado un vehículo todo terreno que nos ha de subir hasta la Casa del Monte, junto al canal que recoge el agua de las paredes de la Caldera de Taburiente, por su parte exterior. La ruta que nos ha de llevar buena parte del día en recorrerla, se denomina Los Nacientes de Marcos y Cordero y discurre a través del PRLP – 6.
En el Proyecto de la Actividad se describe detalladamente esta ruta. Tan solo añadir aquí que resultó muy interesante todo su recorrido, que en el primer tercio era prácticamente llano. El canal nos acompaña en este primer tramo. Nosotros vamos siempre a contracorriente, por el estrecho paso que en su día se abrió en la ladera de la montaña. Trece túneles se atraviesan, lo que hace necesario el frontal para pasar algunos de ellos y el chubasquero en el último, por la cantidad de agua que sale a borbotones por techos y paredes. Estamos en el Naciente de Marcos. El agua se precipita desde una altura de más de 20 metros y este último túnel nos permite atravesar la cascada por debajo. Todas las filtraciones que el túnel y el canal son capaces de recoger, mas el agua del otro naciente, el de Cordero, son las que corren encauzadas hasta las poblaciones y los campos de las tierras bajas.
A continuación, tras una buena trepada, llegamos hasta el segundo de los manantiales que sale literalmente de los tubos volcánicos de la pared, el Naciente de Cordero. Aquí comimos y descansamos unos minutos. Repostamos agua, pues es el último punto de aprovisionamiento y comenzamos el vertiginoso descenso que nos conduce literalmente al fondo del Barranco del Agua. La senda discurre zigzagueando entre grandes bolos basálticos y pequeños destrepes. Este barranco es estacional, aunque observamos que en determinadas ocasiones el agua baja con fuerza, modificando su cauce con depósitos de material de arrastre y troncos encajados, algunos de buen tamaño. Puede este tramo resultar muy peligroso si el barranco entra en carga, pues esto se debe producir en muy pocos segundos, por la orografía propia de la zona, de enormes paredes verticales y numerosos barrancos secundarios que vierten sobre él.
Llega un punto donde se abandona el cauce del barranco, para seguir descendiendo por su margen izquierda primero y, tras cruzar un puente de nueva construcción, pasar a su margen derecha, a poco más de una hora del final de la ruta.
Comenzamos la ruta con una vegetación asombrosa, por su frondosidad, la variedad de especies y su tamaño. Disputándose la luz están los pinos canarios, los brezos, el tajinaste azul y un sinfín de arbustos y flores que José Tomás Izquierdo, el taxista del todo terreno, nos va descubriendo a medida que ganamos altura. Según avanzamos por el sendero del canal, hasta los Nacientes, más de lo mismo. Las cámaras de fotos no dejan de capturar imágenes de todas las gamas de colores que nos brindan las plantas del sendero. El último tercio, ya en las zonas bajas del Barranco del Agua, llegamos por fin al colofón de esta ruta: el bosque de laurisilva mejor conservado de la isla, que le ha valido ser declarado Reserva Mundial de la Biosfera. De entre las especies que pugnan por la luz del sol que entra unas pocas horas al día destacan el laurel (Larus novocanariensis), el tilo (Ocoteca foetens), el aceviño (Ilex canariensis), el fayo canario (Myrica faya), el viñatigo (Persea indica), paloblanco (Piconia excelsa), follao (Viburnum rigidum), madroño (Arbutus canariensis), Barbusano (Apollonias barbujana)…
De todas estas especies, la que destaca el tilo, que da nombre a la reserva y aquí se encuentra en inmejorables condiciones de humedad y temperatura, con ejemplares de gran porte y altura, de denso follaje con verdes hojas brillantes.
Al poco de entrar en la zona de la laurisilva, un pequeño desvío a la derecha nos acerca al “Espigón Atravesao”. Un espolón que tiene la montaña que en un par de centenares de metros en ligero ascenso, nos coloca en un espléndido balcón sobre el barranco, de pocas dimensiones, donde hay colocada una estación meteorológica. Merece la pena asomarse a este mirador.
Continuando el descenso por la pista,en unos cuarenta minutos llegamos hasta el final del recorrido, junto al aparcamiento donde por la mañana dejamos habíamos dejado nuestros coches. Repostamos algo de energía para el cuerpo, ya que el espíritu lo traemos “ a tope” y regresamos a los Cantajos. Los planes para la siguiente jornada y la cena en el restaurante Tunia, junto al paseo marítimo de los Cancajos, ponen fin a este aprovechado día.
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